2. Forma y estructura
2.2. Forma simple, forma compleja
Cabe destacar aquí la aportación de la Gestalt denominada ley de la buena forma o de la pregnancia, que determina que las formas simples se perciben mejor y más fácilmente que las complejas. Se trata, pues, de la búsqueda visual de la estructura más sencilla.
No obstante, según Marcolli:
«La paradoja que plantea [la Gestalt] es que por un lado tendemos a percibir con mayor facilidad las formas geométricas simples, elementales, cerradas, simétricas, pero después vemos de modo más legible, interesante y significativo las formas no simétricas, más complejas, abiertas, articuladas» (Marcolli, 1978, págs. 111-112).
En este sentido, Muñoz y otros (1999) nos recuerdan a Foucault:
«Así pues, observar es contentarse con ver. Ver sistemáticamente pocas cosas. Ver aquello que, en la riqueza un tanto confusa de la representación, puede ser analizado, reconocido por todos y recibir así un nombre que cualquiera podrá entender […]» (Foucault, 1966, pág. 134).
Según estos autores, en la actualidad la forma se asocia poco o nada con las posibilidades generativas, como sistema ordenador y potenciador de la producción de formas y como soporte de las operaciones morfológicas complejas. Así pues, ellos proponen ampliar la mirada sobre la geometría, ligada a sus potencialidades generativas y estructuradoras, a partir de la noción de morfología, desde la concepción espacial de las formas, que muchas veces bordea los límites de lo que la geometría puede brindar (Muñoz y otros, 1999).