5. Equilibrio y tensión
5.2. Peso visual y espacio compositivo
Otra forma de abordar el equilibro y la tensión es a partir de la noción de peso visual dentro del espacio compositivo. Esta consideración se basa en que el espacio compositivo se rige por la fuerza de la gravedad. Por ejemplo, en el mundo natural estamos acostumbrados a que haya más peso abajo que arriba, y tendemos a trasladar esta tendencia no solo al diseño de los objetos que construimos, sino al modo de percibir todo aquello que nos rodea. La relación superior-inferior se establece, pues, según la orientación espacial de la imagen, con independencia de que esta se encuentre en posición vertical o en posición horizontal.
Por otra parte, la relación izquierda-derecha se establece sobre la base de nuestros hábitos culturales. En la cultura occidental la escritura –y la lectura– es responsable del poderoso vector dinámico que recorre toda imagen de izquierda a derecha. La combinación de este vector con el superior-inferior de la gravedad da origen a las naturalezas contrapuestas de las dos diagonales de una composición enmarcada en un cuadrado o rectángulo: la descendente y principal, que va del vértice superior izquierdo al inferior derecho, y la ascendente y secundaria, del vértice inferior izquierdo al superior derecho (Arrillaga, 2000).
Además, el peso visual es el que determina dentro de una composición el poder de atracción gravitatoria de cada uno de los elementos. Así pues, aunque el peso visual es una cualidad del objeto que difícilmente puede medirse, actúan en él los siguientes factores:
Tamaño | A mayor tamaño corresponde mayor peso. |
Color | Los colores cálidos, como el rojo, pesan más que los fríos, como el azul. |
Ubicación |
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Tono |
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Forma |
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Según Arrillaga, lo que diferencia el peso del resto de las fuerzas visuales es que se trata de una característica intrínseca de cada elemento de la composición, mientras que otras fuerzas –como la dirección o el movimiento– pueden actuar sobre la composición con independencia del objeto que las produce o sobre el que se aplican. No obstante, es difícil separar el efecto de cada uno de los elementos que actúan en la composición. Así pues, la tensión, por ejemplo, tendría una clara relación –o a veces resulta coincidente– con la dirección izquierda-derecha de lectura de la imagen o las direcciones de mirada de los personajes representados. En este sentido, Dondis (pág. 42) afirma más concretamente que el ojo favorece la zona inferior izquierda de cualquier campo visual. Esto tiene que ver, como hemos dicho, con los hábitos de lectura, pero también con esquemas de escudriñamiento que hace el ojo ante una composición. Todo ello está siendo ampliamente estudiado por la neurociencia cognitiva y no es un comportamiento igual para cada persona, pero vale la pena tenerlo en cuenta.